Y tú nunca llegabas.
Esperé a que te dieras cuenta
de cómo te miraba.
Esperé a que descifraras la mitad
omitida de mis frases a medias.
Esperé a que dieras tú el segundo paso.
Te esperé hasta agotar las existencias
de la paciencia que llevaba encima.
Esperé.
Y nunca llegaste.
Y puede que aún conserve las ganas.
Pero ya no espero nada.
Este texto pertenece a mi blog.
ResponderEliminarY la imagen también.
Gracias por citar.